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miércoles, 23 de marzo de 2011

Hoy presento los Cuadernos de Viaje con acuarelas

Esta tarde a las 19:30h presentaré en el Museo de la Ilustración (c/Amaniel, 29-31, Madrid).
Me he preparado unas palabras, que llevaré en plan chuleta. Aquí las dejo para los que no podáis asistir:

Empecé a viajar muy joven. Con 18 años ya me cogía mis trenes hacia el norte y recorría Europa en verano durante el mes que duraba el InterRail. Así, a base de trenes, me recorrí Europa de Tarifa al Cabo Norte, del lago Ness a Capadocia. De esos primeros viajes guardo la tendencia a viajar ligero de equipaje, dormir donde caiga y comer lo que me encuentre por el camino. Empecé entonces a escribir cuadernos durante los largos viajes en tren, en parte por llenar tiempos muertos y en parte por dejar por escritos recuerdos que temía que de otro modo se perdieran.

Del tren pasé ya al avión, y a conocer otros continentes. Junto a la cámara llevaba siempre un cuaderno de tamaño de bolsillo en el cual el texto ya alternaba con esquemas y esbozos rápidos a lápiz. En alguno llevaba ya una cajita de acuarelas de viaje de Windsor & Newton y coloreaba los bocetos para darles un poco más de vida.

Gracias a Internet empecé a interesarme en cuadernos de viaje, a buscar otra gente que hiciera lo mismo. Encontré en Francia una feria de cuadernos de viaje donde, para mi sorpresa, me admitieron un par de cuadernos que les mandé, el de Viena y Marrakech. Ahí conocí otra forma de hacer cuadernos, pude ver todo lo que se publicaba en Francia y aquello me abrió horizontes.

Los cuadernos fueron haciéndose cada vez más grandes, más elaborados, y la imagen fue comiéndole terreno al texto. Hace poco años, en el viaje a Australia, decidí ya dedicar un cuaderno íntegramente a acuarelas y llevar registro diario del viaje como texto en una libreta pequeña. De este modo tenía una libreta siempre a mano donde apuntar todo y hacer dibujos rápidos con rotulador. Y un cuaderno, normalmente de tamaño A4 donde “pasar a limpio” el viaje, que me permitía hacer dibujos más grandes y detallados, y completarlos con otros menores que hacía tomando como base los apuntes tomados del natural en la libreta.

Viajo siempre, pues, con:
- estos 2 cuadernos,
- alguna hoja sueltas por si acaso
- lápices y rotuladores
- un estuche con pegamento, tijeras, cutter, celo…
- una guía Lonely Planet que, aparte de guía, me sirve para aplastar y almacenar flores, hojas y etiquetas que voy recolectando.

Intento dedicar las dobles páginas siempre a un tema concreto, de forma que si se separaran del cuaderno pudieran formar un collage sobre un lugar o monumento concreto. Empiezo con algún dibujo grande o panorámico y luego voy añadiendo dibujos menores, comentarios, esquemas, planos, sellos, etiquetas… hasta que queda muy poco espacio libre en la página, tengo un cierto horror vacui que me hace llenar las páginas lo más posible.
Planteo los cuadernos como un viaje virtual por el país que recorro. Intento reflejar todo lo que veo, desde panorámicas generales a detalles cotidianos, gente de la calle, letreros publicitarios, billetes de autobús… creo que todo contribuye a recrear el ambiente y el lugar. Y lo hago tanto para aquel que quiere tener una idea del lugar antes de ir como para el que ha ido ya y quiere tener un recuerdo algo especial del sitio que ha visitado.

Tiendo a ir a sitios lejanos y algo exóticos, y tengo especial inclinación por piedras, monumentos y lugares con una cierta historia y culturas curiosas, aunque no desprecio los paisajes y las experiencias en la naturaleza, como la que viví en mi reciente viaje a Australia.

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